Existe una creencia generalizada que asocia la llegada del verano con un incremento en la libido, pero, ¿tiene base científica esta teoría o por el contrario las altas temperaturas y el placer sexual no son tan compatibles como imaginamos?
Lo cierto es que existen argumentos tanto a favor como en contra de esta teoría. Vamos a exponer algunos de ellos sin tomar partido y dejar que cada cual se identifique con un “bando” u otro.
Estos son algunos de los argumentos que abogan por confirmar la asociación entre el aumento de la libido y el verano:
– Aumento de la luz solar. Al estimular la epífisis o glándula pineal, la luz solar incrementa la producción de la serotonina, neurotransmisor cuya función, entre otras, es la de equilibrar el apetito sexual .
– Aumento de las feromonas. Con el calor del verano, se produce una mayor secreción de sudor, el cual contiene una sustancia química llamada feromona que algunos estudios en animales asocian con la atracción sexual. Sin embargo, no existe un consenso definitivo entre la comunidad científica acerca de esta asociación en humanos.
– Disminución del estrés. El verano trae consigo las ansiadas vacaciones, y con ellas dejamos de lado el estrés y la ansiedad, que son grandes enemigos de la actividad sexual. El descanso y la ruptura de la rutina tienen un efecto positivo sobre el deseo sexual.
– Mayores ventas de preservativos. Los fabricantes de preservativos confirman un incremento de ventas durante el período estival. Sin embargo, reconocen que este hecho puede estar relacionado con un incremento de las expectativas (¡ay, las vacaciones!) y no necesariamente con la realidad.
En el otro lado, también tenemos argumentos que pretenden romper con la creencia de que el verano incrementa el placer sexual. Estos son algunos de ellos:
– Las tasas de natalidad. En España, los meses en los que se producen el mayor número de nacimientos son julio y agosto, lo cual sitúa el momento de la concepción entre los meses de octubre y noviembre, alejados de la época estival.
– Rupturas de pareja en verano. En teoría, las vacaciones deberían unir más a la pareja, pero las estadísticas en nuestro país arrojan justamente el dato contrario: uno de cada tres divorcios se producen en septiembre, a la vuelta de las vacaciones. Parece que cuando la base de una relación es buena, las vacaciones la refuerzan, pero cuando la base falla, las vacaciones no hacen más que empeorar las cosas al poner de manifiesto la falta de comunicación en la pareja cuando pasan más tiempo juntos sin otras obligaciones.
Si perteneces al grupo para los que el verano resulta cómplice de tu libido y no tienes pareja firme, sólo te pedimos una cosa: ¡no descuides las precauciones a la hora de tener relaciones sexuales! Disfruta al máximo, pero no te dejes la cabeza en el proceso