¿Somos las mujeres del Siglo XXI tan liberales con respecto al sexo como creemos? ¿Hemos alcanzado la libertad de los hombres en cuanto a la disociación del amor y el sexo o por el contrario seguimos asociando de manera indisoluble ambos conceptos?
Creo que la disparidad de respuestas a estas preguntas es tan amplia como mujeres existen. Algunas mujeres gozan del sexo sin ataduras, sin compromisos, sin necesidad de sentir más que una mera atracción física y sin quebraderos de cabeza. (¿Quién no conoce a su particular Samantha de Sexo en Nueva York?). Otras mujeres en cambio no contemplan la posibilidad de tener sexo si no va de la mano del amor y del compromiso. El resto de mujeres, quizás la mayoría, nos movemos en una zona intermedia donde no todo es blanco o negro. No hemos establecido una disociación absoluta entre el sexo y el amor, pero tampoco necesitamos un anillo de compromiso en el dedo para poder disfrutar de nuestra sexualidad.
Es evidente que la mujer del siglo XXI goza de ciertas libertades con las que nuestras abuelas o bisabuelas no contaban. Se trata de libertades que han ido apareciendo conforme la mujer ha ido ganando independencia económica con respecto al hombre.
Sin embargo, pese a los logros en los últimos años de las mujeres en su carrera hacia la igualdad económica y de derechos con respecto a los hombres, los últimos datos que el estudio ‘Evolución de la adolescencia española sobre la igualdad y la prevención de la violencia de Género’, encargado por la Delegación del Gobierno son desoladores: cerca de una de cada tres adolescentes españolas reconocen sufrir un control abusivo por parte de sus novios. Además, el 20% de los quinceañeros creen que está bien que “un chico salga con muchas chicas, pero no al revés”. Con estos datos en la mano, más que congratularnos por los avances conseguidos, cabe plantearse la necesidad urgente de seguir mejorando en el campo de la igualdad entre sexos, pues es evidente que en pleno siglo XXI sigue siendo una utopía.
El eterno debate sobre las mujeres, el amor y el sexo, no tiene por qué tener consenso. De hecho, estoy convencida de que si pudiéramos observar el futuro a través de una bola de cristal, nos sorprendería ver que estas actitudes tan diferentes seguirán estando presentes dentro de 50 ó 100 años. Personalmente, abogo por la pluralidad. Abogo por que ninguna mujer sea juzgada ni criticada por cómo decide vivir su sexualidad. Creo que es enriquecedor que existan mujeres conservadoras y liberales con respecto al amor y al sexo mientras todas ellas elijan sus posturas libremente, sin ser coaccionadas por nada ni por nadie. A mí no me escandaliza que una mujer decida acostarse con un hombre diferente cada vez que sale, y tampoco me escandaliza que otra mujer decida esperar al matrimonio para disfrutar del sexo. Lo único que eriza mi piel es que existan mujeres a las que no se les permite elegir sus relaciones sentimentales y sexuales libremente.